La pandemia del coronavirus que se ha desatado con violencia
extrema en todos los continentes, con miles de muertes que amenaza con
aumentar, requiere ser afrontada con actos de solidaridad, primer deber del ser
humano.
No bastan las medidas materiales y políticas que están adoptando
quienes tienen la delicada tarea de proteger la salud y la vida en los pueblos,
en los países, en los continentes.
Cualquiera sea el color de nuestra piel, de nuestro credo,
del status social y económico, estamos en la obligación de solidarizarnos con
quienes mucho o poco, sufren los embates de tan terrible mal. Tengamos presente
que la solidaridad es virtud de la persona humana, que siendo más inteligente
que otros vivientes, debe ponerla en práctica. Esto significa sentirnos unidos
con nuestros semejantes. No es el materialismo el camino primero. Más grande es
la mística y la espiritualidad del consejo, de la recomendación, de la
advertencia oportuna y permanente. Significa tener en cuenta que vivimos no
solamente para nosotros, sino también para los otros, los humildes, los
olvidados, los postergados. Roberto Mejía Alarcón. Presidente ANP. (Foto EFE)