El mundo vive una clásica fase de transición
de una potencia en declive (EEUU) a favor de la emergente nueva superpotencia
en el horizonte (China), un proceso ilustrado en el libro 'Caos y orden en el
moderno sistema mundial' de Giovanni Arrighi.
Las joyas tecnológicas estadunidenses
del GAFAT (Google, Apple, Facebook, Amazon y Twitter) de Silicon
Valley —en particular, Amazon, a quien Trump le declaró la guerra quizá
debido a que su dueño, el polémico Jeff Bezos, controla The Washington Post,
feroz crítico del presidente— sufren brutales desplomes en sus cotizaciones,
mientras China lanza su temerario esquema del petroyuán doblemente resguardado
con oro y, a mi juicio, con las armas nucleares rusas.
Los teóricos supremacistas de EEUU suelen pregonar la 'trampa
de Tucídides', que hace inevitable la guerra entre EEUU y China. El defecto del
esquema de Tucídides, del siglo 5 a.C., es que sus actores bélicos carecían de
aniquilantes armas nucleares y hoy omite la presencia ineludible de Rusia como
actor primordial en su alianza estratégica con China frente a EEUU, lo cual
rebasa la unidimensionalidad del Peloponeso.
Más allá de la vulgar guerra
comercial de EEUU contra China y del grotesco exorcismo de Rusia por la
propaganda negra de la 'anglósfera', a mi juicio, China acaba de propinar un
tremendo golpe, en la misma semana que recibía en visita oficial al mandatario
de Corea del Norte, Kim Jong-un —quizá para afinar estrategias de cara a
la próxima visita de Trump a Pyongyang—, contra la supremacía del petrodólar que ejercía EEUU doblemente con el control de la cotización del petróleo
y el apuntalamiento a su divisa.