El 2 de diciembre de 2017 se constituyó el FAI, una organización
de carácter internacionalista fundada con el objetivo de crear “la más amplía
unidad antiimperialista” capaz de superar las limitaciones que impone la actual
fragmentación de las fuerzas de la resistencia antiimperialista.
A este encuentro constituyente asistieron un numeroso grupo de
militantes de organizaciones políticas y de la solidaridad de diversas
nacionalidades y de diversos territorios del estado español. Se acordaron los
principios políticos e ideológicos que dan cohesión al frente, los objetivos,
las prioridades y la estructura inicial de la organización.
Se acordó que el FAI es una organización plural y flexible,
fuertemente cohesionada política e ideológicamente, cuyo perímetro es político
y no territorial.
Así mismo se consideró que en el momento actual, nuestra
capacidad para hacer frente al imperialismo está cada vez más lejos de ser
efectiva, a pesar de las numerosas evidencias del auge del dominio de unos
países sobre otros por medio de la fuerza y la constatación de que las
potencias más poderosas del planeta recurren a cualquier medio para someter a
los pueblos y países que suponen un obstáculo para sus intereses.
La concentración de fuerzas, la superación de la fragmentación y
la cohesión políticoideológica son una necesidad incuestionable y esa es la
razón de la constitución del FAI.
Compartimos que imperialismo, capitalismo, guerra y fascismo son
elementos de la lógica de acumulación, que estamos en una fase de expansión
imperial que persigue el dominio del planeta, que esta dominación se lleva a
cabo por cualquier tipo de guerra en cualquier lugar del mundo y que en todos
los casos la violencia empleada no tiene límites. Desde la caída del bloque
socialista, la OTAN, como fuerza militar de la coalición imperialista
occidental, ha ampliado su ofensiva imperialista a una escala global, actuando
constantemente a espaldas del Derecho Internacional. Las consecuencias aparecen
todos los días en los medios de comunicación: millones de muertos, mutilados,
desplazados, un sufrimiento que no para de aumentar y cuyas causas se ocultan y
manipulan sistemáticamente por los medios de comunicación, las industrias
culturales y la clase política. Occidente ha desarrollado un potente aparato de
propaganda para conseguir que la población acepte ignorar la barbarie. Las
guerras aparecen como necesarias, y se justifican en defensa de los más altos
valores de la humanidad: la libertad, la democracia, los derechos humanos, la
paz…, vaciándolos de todo contenido para convertirlos en consignas de la
estrategia imperialista.