Venezuela está sufriendo el
más gigantesco ataque imperialista que país alguno haya podido soportar en lo
que va del siglo. Todos los métodos de presión e intervencionismo son
utilizados para doblegar la decisión del bravo pueblo y de su gobierno
revolucionario e intentar volver a quebrar el hilo constitucional como en 2002,
pero esta vez con el aditamento de una amenaza de invasión militar, con el
sostén descarado e impune de algunos gobiernos latinoamericanos y no pocos
europeos que pagan el diezmo en Washington.
Hay múltiples elementos que
coadyuvarían a armar un inminente tinglado intervencionista a partir de la toma
de decisión del gobierno estadounidense de apurar la caída del gobierno de
Nicolás Maduro. Primero, hace unos meses el vocero fue el vicepresidente Mike
Pence quien recorrió el continente visitando presidentes “amigos” para
ordenarles apretar las tuercas del bloque económico. No le fue como esperaba
pero dejó la semilla que hace pocos días, intentó volver a sembrar el canciller
Rex Tillerson.
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