Por Fernando Navarro
Para conseguirlo, el poder
se vale del entretenimiento vacío, con el objetivo de abotagar nuestra
sensibilidad social, y acostumbrarnos a ver la vulgaridad y la estupidez como
las cosas más normales del mundo, incapacitándonos para poder alcanzar una
conciencia crítica de la realidad.
En el entretenimiento
vacío, el comportamiento zafio e irrespetuoso se considera valor positivo, como
vemos constantemente en la televisión, en los programas basura llamados “del
corazón”, y en las tertulias espectáculo en las que el griterío y la falta de
respeto es la norma, siendo el fútbol espectáculo la forma más completa y
eficaz que tiene el sistema establecido para aborregar a la sociedad.
En esta subcultura del
entretenimiento vacío, lo que se promueve es un sistema basado en los valores
del individualismo posesivo, en el que la solidaridad y el apoyo mutuo se
consideran como algo ingenuo. En el entretenimiento vacío todo está pensado
para que el individuo soporte estoicamente el sistema establecido sin
rechistar. La historia no existe, el futuro no existe; sólo el presente y la
satisfacción inmediata que procura el entretenimiento vacío. Por eso no es
extraño que proliferen los libros de autoayuda, auténtica bazofia psicológica,
o misticismo a lo Coelho, o infinitas variantes del clásico “cómo hacerse
millonario sin esfuerzo”.